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RUTA
TURISTICA A LA
SIERRA DE
CAZORLA
INTRODUCCION
El nacimiento de ríos como el Guadalquivir,
Segura, Madera, Guadalentín y Guadalimar, entre otros, y multitud de arroyos
dentro de la extensión del parque contribuyen al desarrollo de una flora
abundante, aportando un encanto diferente a este paraíso terrenal.
Prepárate para disfrutar de uno de los mayores recintos naturales protegidos
en España, y para eso, conviene que conozcas ciertos aspectos de la zona:
Clima: Las lluvias son abundantes, teniendo el índice de pluviometría más alto
de las regiones de la zona. La barrera montañosa, que rodea el parque, frena las
borrascas del Mediterráneo y las del Atlántico. La nieve cubre los puntos más
elevados durante el invierno.
Flora: Este clima favorece una vegetación abundante. Destaca la violeta de
Cazorla, especie endémica del parque, de gran belleza. Sus bosques están
compuestos, en su mayoría, por pinos laricios, carrascos y negrales; la coscoja,
el acebuche, la encina, el enebro y la sabina. Este tesoro verde se multiplica
en las orillas de los ríos y arroyos.
Fauna: La gran variedad de animales agrega un gran atractivo al parque, donde
la cabra montés, el gamo, el ciervo, el jabalí, el conejo y la liebre se pasean
con toda libertad. Los depredadores como el zorro, el gato montés, la gineta, la
garduña, el tejón, el turón y la comadreja son también habitantes del este
suelo.
Más de cien especies de aves cursan los cielos de las sierras, entre rapaces
como las águilas, el halcón común, el milano real, o el cernícalo; y rapaces
nocturnas como el autillo o el búho real. Los buitres negro y leonado, también
forman parte de esta gama de aves, en la que van a reintroducir el
quebrantahuesos, especie desaparecida años atrás.
RUTA DEL PRIMER DIA
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Los pueblos de la zona marcados por la
huella de su antigua historia acabaron por dibujar lo que sería el plan del
día. Cazorla parecía la ciudad ideal para comenzar nuestra ruta, pero no
queríamos dejar de conocer Quesada, y emprendimos nuestro camino hacia allí
dispuestos a disfrutar de las maravillas del paisaje y de los rincones
sobrecogedores de la ciudad.
El cerro de la Magdalena nos recibe rodeado de olivos y pinos, acogiendo
en su seno la ciudad de Rafael Zabaleta, Quesada, sembrada de monumentos
reflejo de sus épocas de mayor esplendor. Nos guiamos por un folleto de la
población que acabamos de adquirir, y con la intuición del viajero
emprendedor caminamos hacia el Arco de la Manguita de Utrera, de origen
visigodo y cuyo nombre debe a la Virgen de la Consolación de Utrera; pero
éste no tiene nada que envidiar al Arco de los Santos o del Señor del siglo
XIV, que era la puerta del antiguo recinto amurallado, y nos deja igual de
deslumbrados. Visitamos, despacio pero sin pausa, el museo de Zabaleta y
disfrutamos de los óleos y dibujos del pintor, aunque resulta sorprendente
que cinco salas puedan recoger tantas obras, transmitiendo la sensación de
falta de espacio.
Antes de salir de Quesada, nos acercamos a su iglesia parroquial del siglo
XV. La ciudad resulta deliciosa por su colorido, las calles están siempre
engalanadas y preparadas para el próximo concurso de flores, especialmente
el casco antiguo.
Nos han hablado de una aldea cercana, Bruñel, que ofrece a sus turistas la
posibilidad de conocer una villa romana del siglo III, y una basílica
paleocristiana del siglo IV. Pero una vez en la carretera lo dejamos para
otra ocasión, y nos dirigimos directamente hacia Pozo Alcón, porque en un
lado de la carretera veremos la primera belleza natural de la ruta marcada:
la Cueva del agua. Aparcamos el coche en un tramo de tierra, condicionado
para ello, y caminamos agachados por un túnel corto que conduce a la cavidad
natural de la que mana el agua. Los senderos nos llevan al fondo donde está
la virgen. El ruido del agua y los pájaros nos envuelven en el canto de la
naturaleza. Merecía la pena venir hasta la cueva, aunque tengamos que volver
a la ciudad para retomar el camino que nos conduce a Cazorla.
Esta ciudad permanece resguardada por la sombra de la Peña de los
Halcones, y va a ser nuestro punto de partida para sumergirnos en las
profundidades del Parque Nacional, pero antes investigaremos el rastro que
han dejado otras civilizaciones en Cazorla. El barrio viejo, poblado de
balcones cargados de flores, está protegido por el castillo de La Yedra,
herencia árabe que aprovechó los cimientos romanos, recoge en su interior un
museo de Artes y Costumbres del Alto Guadalquivir. En la plaza de Santa
María, se encuentran los restos de esta iglesia, y la impresionante fuente
de Cárdenas, de estilo renacentista, y con tres caños de agua fresca.
Destacan también la iglesia de San Francisco, y la de San José del siglo XVI-XVII,
situada esta última en la plaza de la Corredera. Una vez en la plaza
conviene visitar el Ayuntamiento, otro retazo de historia. Y por supuesto,
hacemos una paradita en uno de los bares que rodean la plaza, para saborear
una buena tapa.
Las fiestas de San Antón son en enero y la romería de la Virgen de la
Cabeza se celebra al final de abril, sabiendo esto (por si queremos volver
en días más señalados), regresamos a la carretera para conocer la
encantadora población de
La Iruela
protegida por los restos del castillo, y
tan solo a un kilómetro de Cazorla.
Los cartagineses se asentaron sobre el suelo de La Iruela, y desde aquel
momento acogería en su seno a romanos, árabes, al feudo del arzobispo de
Toledo, etc. Las continuas pugnas con Cazorla cesaron en 1370 con motivo de
las luchas de sucesión cuando recibió el título de villa independiente.
Conociendo un poquito de su historia, nos dispusimos a visitar su Monasterio
de los Caballeros Templarios, del que sólo quedan unos restos, y la Iglesia
de Santa Domingo, situada dentro del castillo y construida en el siglo XVI,
de estilo renacentista.
Los alrededores de La Iruela prometen brindarnos parajes increíbles, y sin
detenernos vamos hacia los miradores, situados a la derecha de la carretera.
La vista es inigualable, nosotros hicimos del lugar nuestro primer descanso
para recrearnos con cada detalle del paisaje. Desde allí, se divisa la
ciudad de Cazorla, el espectáculo es sobrecogedor. Retomando la carretera
del Chorro, llegamos a la ermita de la Virgen de la Cabeza.
A partir de aquí, se puede emprender una ruta a pie para conocer algunos
parajes del interior del Parque. Subiendo por la peña de los Halcones
llegamos hasta la casa forestal Prado Redondo. En un último esfuerzo por
continuar ascendiendo alcanzamos el puerto de Tejo rodeados de la belleza
que proporcionan los pinos a nuestro camino. La ruta presenta la opción de
continuar hasta el pico Gilillo, u optar por seguir el trayecto hasta el
Parador de Turismo. Nosotros decidimos regresar y proseguir hasta Vadillo,
el siguiente pueblo de nuestra lista.
Vadillo es una aldea fruto de una antigua serrería de RENFE, utilizada
para explotar los recurso forestales de esta sierra. Nos alejamos un poco
del pueblo a pie para conocer la Cerrada de Utrero, para disfrutar del salto
de agua que anima el paisaje en primavera.
Cansados del trayecto de todo el día nos dirigimos hacia la casa rural en
la que pasaremos la noche, Santa María de la Sierra, inmersa en la
naturaleza y tranquilidad del Parque. Se encuentra entre Arroyo Frío y Torre
del Vinagre, por lo tanto no resulta difícil encontrarla. Cenando decidimos
el itinerario de mañana.
RUTA DEL SEGUNDO DIA
Después de reponer fuerzas y
habiendo descansado en medio de un paraíso natural, nos disponemos a
emprender el día y prepararnos para la ruta que se basará principalmente en
el senderismo. Para conocer los mejores parajes del Parque con guía o
algunas zonas restringidas, os recomendamos las rutas que ofrece Ecosenda en
vehículos 4x4 y senderismo, media jornada o jornada completa.
Nuestro objetivo será el Nacimiento del rio Borosa y sus alrededores, pero
primero iremos hacia el Centro de Interpretación de Torre del Vinagre con
Recepción de visitantes y Museo de caza, lugar obligado de visita una vez
que estás en el Parque Natural. Además, el centro cuenta con un jardín
botánico que demorará aun más nuestra parada, y pronto nos ponemos en marcha
para poder disfrutar de las bellezas naturales de la clásica visita
obligada.
El vehículo nos servirá para llegar hasta la piscifactoría del Borosa,
donde tendremos que dejarlo porque una cadena impide su paso. Recomendamos,
si se llevan dos coches, dejar uno al final de la ruta o pactar con alguien
que se encargue de trasladar el vehículo hasta allí y os espere al terminar,
porque el camino es largo y se podría hacer pesado volver sobre nuestros
pasos.
Comenzamos a caminar, cruzamos el río por el puente de Caracolillos y nos
topamos con una bifurcación en el trayecto. El viajero puede optar por girar
a la derecha y dirigirse hacia la cascada de Linarejos, uno de los saltos de
agua más espectaculares del parque, y en su camino disfrutar de la estación
biológica de Roblehondo, el puerto del Calvario, el arroyo de Los Ubios o la
Cerrada de Utrero. Nosotros giramos a la izquierda, sin olvidar que la ruta
de hoy está especialmente destinada a ver las principales maravillas
acuáticas de la sierra. Sobrepasamos a través de otro puente un lugar
llamado Vado Rosales, optando por un recorrido de belleza asombrosa, en el
que vamos atravesando el Borosa en diferentes ocasiones.
El río permanece atrapado entre dos rocas impresionantes, que le permiten
arrastrarse sinuosamente entre las sombras de las paredes que forman los
peñascos, en la cerrada de Elías. Desde allí, nos dirigimos bastante
impresionados por los paisajes, al salto de los Órganos pasando antes por la
fuente Huelga Nidillo. La central eléctrica de los Órganos no es lo único
que nos espera, y al llegar encontramos una cascada por la que se despeña el
río Borosa cerca de su nacimiento, entre el color ocre de las rocas y las
pinceladas verdes que ocasiona la flora de la zona, un lugar precioso de
inigualable belleza.
Alcanzar la laguna de Aguas Negras se convierte en una odisea cargada de
dificultades, que merece la pena ir superando. Después de haber caminado
diez kilómetros, la senda se vuelve zigzagueante y a través de túneles
excavados en la roca, franqueamos las aberturas de la piedra para alcanzar
el final del camino, que ofrece la vista espectacular de la laguna de Aguas
Negras.
El nacimiento del Borosa está muy cerca y no tardamos nada en encontrarlo,
después de cruzar la presa alcanzamos un remanso del río que forma uno de
los paraísos naturales del parque, donde se concentran multitud de animales,
la laguna de Valdeazores. Desde aquí tomaremos una pista forestal, para
alcanzar la caseta de Fuente de Acero, donde os recomendamos haber dejado un
vehículo.
El trayecto se vuelve más sencillo con la ayuda del coche, y rápidamente
estamos en Nava de San Pedro, donde sorprendentemente encontramos un par de
casas todavía habitadas y un centro de recría de animales. Vadillo será el
punto final de la ruta del día y donde acabaremos, con ganas de repetir la
aventura de adentrarnos en la sierra de Cazorla para descubrir esos rincones
que en estos dos días no hemos podido conocer |
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